domingo, 29 de diciembre de 2019

Espejo

Todavía recuerdo esa mañana de domingo, después de una noche intensa de sexo como hace mucho tiempo no experimentaba. Esa mañana me vi en el espejo y me vi radiante.

Los ojos brillantes y enormes, la piel con un ligero rubor, los labios gruesos de tantos besos apasionados. El reflejo me mostró una mujer bella, que proyectaba una fantasía. Hasta el momento no recuerdo haberme visto de esa forma y no he vuelto a sentirme así. Solo bastó una noche. Solo una.

¿Qué hubo de diferente esa noche, esa mañana? ¿Por qué el espejo me mostró a esa mujer, que era yo pero me costó reconocer? ¿Por qué no ocurrió antes? ¿Por qué no se ha repetido? Las preguntas no abandonan mi cabeza mas debo dejarlas ahí, sin respuesta.

lunes, 14 de octubre de 2019

Psicópata (casi)

Tengo un antecedente muy malo acerca de mi potencial como sicópata.

Era muy chica, 19-20 años, y estuve hospitalizada cerca de dos semanas. Ahí conocí a un doctor: joven, alto, delgado, de manos grandes, ojos pequeños y sonrisa hipnótica. Además, tenía un nombre poco usual y ese dato me sirvió un montón para cumplir mi misión stalker.

Él estaba a cargo de ver a las pacientes de los dormitorios en donde me habían dejado. Las otras pacientes no lo tomaban mucho en cuenta mientras yo me ponía muy nerviosa cada vez que lo sentía hablar con la enfermera de turno. Una tarde, conversó conmigo por mucho rato y nos dimos cuenta de que teníamos gustos en común: literatura, música, cine, entre otras cosas. Yo, toda babosa, sentí que era el destino quien me lo había puesto en mi camino (chequeteeeeta). Las conversaciones eran frecuentes y creí que era algo especial. Hasta que me dieron de alta.

En ese tiempo, Internet no era la herramienta masiva y útil que es hoy, así que recurrí a lo que tenía a mano para averiguar más de mi adorado doctor. Busqué su curioso nombre en las guías telefónicas y di con su número de teléfono y su dirección, que quedaba muy cerca de mi casa (el destino, jajajaja). Reconozco que me sentí entre eufórica y nerviosa pues era primera vez que me fijaba en un hombre y me gustaba tanto. Así que un día me armé de valor y fui a ver si efectivamente era su dirección.

Una vez allí, me quedé cerca de la casa, cuya dirección había anotado en un libreta pequeña, que siempre llevaba conmigo a todos lados, mirando si aparecía en cualquier momento. Después de esperar cerca de tres horas, llegó el doctor de mis sueños y en ese momento sentí algo que me frenó. La voz de mi conciencia me decía que no me acercara pues no sabía cómo iba a reaccionar y me asusté. Obvio. Con penita, me fuí de ahí, pasé por su lado sin mirar atrás.

Hasta el día de hoy me sorprende lo que pude lograr solo con obsesionarme con alguien. ¿Me agradó? El proceso de averiguar, sí; fue muy entretenido, de hecho. El darme cuenta de que puedo hacer que alguien sienta miedo por verme rondar por su casa o lugar de trabajo, nunca me hizo sentir bien conmigo.

Solo ocurrió una vez. Lograr domar a tamaña bestia lo siento como un triunfo personal gigante. Sé que muchas personas ni siquiera lograr darse cuenta de que no es lo correcto y sus consecuencias, en la mayoría de las veces, no son las mejores.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Sin título

Llevaba muchas horas con la sensación de que lo vería: la noche anterior había soñado con él; fue de esos sueños que, a una persona normal, le dibujan una sonrisa por todo el día. A mí, me puso muy nerviosa.

Durante el día, no lograba sacarle de mis pensamientos. Recordaba a cada momento esos breves instantes en que estuvimos juntos y me sentía... Diferente. En una noche, hizo que me cuestionara todo lo que creí sentir hasta ese minuto. Solo le tomó unas horas para darme lo que creí que no volvería a tener.

Mientras caminaba, lo vi de lejos. Es de esas personas que es imposible que pasen desapercibidos. Miles de pensamientos cruzaron por mi cabeza. "Háblale", "míralo", "dale una sonrisa", mientras mi corazón latía en forma violenta. Solo pude agachar la cabeza y pretender que no estaba allí. Hasta ahora me pregunto por qué lo hice. Todavía no encuentro la respuesta. Solo me queda esta sensación de tristeza que no se quiere ir de mi lado.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Tuve miedo...

Tuve miedo de lo repentino que se volvió todo. De cómo pasaste a ser alguien tan importante para mí en tan poco tiempo. De esa especie de hechizo en que me sentía cada vez que te besaba. Tuve miedo de la voz que, poco a poco y en voz bajita, hacía hablar a mi corazón un idioma diferente.

Temí que aquello no fuese más que un sueño pasajero, un encuentro casual sin más realidad que el presente. Racionalmente, hice lo que tuve a mi alcance para sabotear lo bueno que había llegado. Y lo logré: No quieres nada conmigo.

No sabes cuánto me cuesta controlar el impulso de saber de ti, preguntarte cómo estás o, simplemente, volver a mirarte como alguna vez lo hice: ver tus ojos pequeños llenos de curiosidad, que trataban de adivinar qué había detrás de los muros que construí para evitar sentir dolor. 

Sé, con la certeza que me da la experiencia, de que este embrujo se alejará de mí. Mientras menos sepa de ti, más sencillo será. 

No quiero imaginar qué pasará por tu cabeza respecto a mí. Lo más probable es que ya no me recuerdes.

jueves, 1 de agosto de 2019

Soltar

Me duele dejarte partir.

No sabes cuánto quise quedarme a tu lado, te quise demasiado, te quise solo para mí. Mas no fue suficiente.

No me gusta ocultar lo que siento, sobre todo si estoy enamorada pues lo hago con honestidad, desde el corazón. Contigo era reprimir cada latido, cada suspiro, cada "te extraño". Soy una mujer que es capaz de gritar, de una vereda a otra, cuánto quiero, cuanto amo, cuanto echo de menos a alguien pues lo que siento es hermoso y me gusta expresarme así.

Tampoco merezco estar en último lugar en la lista de prioridades de nadie. Sentí que no era importante para ti. Y por supuesto, la falta de comunicación entre nosotros me afectó pues se prestó para malos entendidos, sin buscar las instancias para solucionarlos.

Siempre traté de adaptarme a tus tiempos, tus circunstancias. Constantemente me quedé con una sensación extraña, cómo de no ser suficiente para ti. Tal vez, es solo mi cabeza especulando. Ya no tengo cómo saberlo.

Después de mucho pensarlo, entendí que tú y yo tenemos metas diferentes. Todavía no tengo claro lo que buscas pero yo sé lo que quiero: quiero un partner, alguien con quien caminar de la mano, que compartamos momentos en compañía, sin pasar a llevar el espacio individual, alguien con quien desvelarme, ya sea conversando o haciendo el amor y ¿Por qué no? Alguien para amar y que me ame. Quizá pido demasiado pero no puedo conformarme con menos. Ya no.

Siempre he de desear lo mejor para tu vida, mereces que pasen cosas buenas para ti. No sé cuánto tiempo me dolerá esta decisión, pero quiero creer que es lo mejor.




domingo, 2 de junio de 2019

Miradas

He visto que me miras, no sé qué observas. Solo puedo decirte que me doy cuenta y me pones nerviosa pues debo hacer un esfuerzo enorme para ocultar mis nervios. Me cuesta explicar esta sensación. El escalofrío que recorre mi espalda cada vez que siento tu mirada curiosa sobre mí despierta mi imaginación.

Tal vez solo está en mi cabeza, sin embargo han sido demasiadas las veces que tus ojos han chocado con los míos para ser una simple casualidad. Sumado a ese silencio que hay entre tú y yo, que se siente como un pacto que no debemos romper. Si le damos voz a la tensión, quién sabe lo que podría pasar y es un riesgo muy grande para correr.

Puede ser que todo esté en mi cabeza.

martes, 14 de mayo de 2019

Memoria

Absorta en sus pensamientos, siente un perfume que le es familiar. Su cuerpo responde al estímulo, con un escalofrío que la estremeció. No puede evitar recordar el calor de sus manos al recorrer su cuerpo desnudo, la intensidad de sus besos. Una relación breve pero que quedaría marcada a fuego en ella. Durante ese tiempo, ella se sintió feliz y creyó recuperar la alegría extraviada en su pasado.

Esos recuerdos se mezclan con la última vez que estuvieron juntos. Ebrios de lujuria y alcohol, ignoraron la sirena que se escuchaba a lo lejos e impactó la puerta de el automóvil dónde él conducía. El impacto es fatal.

Cuando la memoria trae de regreso el dolor de la pérdida, solo cubre su rostro para evitar que sus lágrimas despierten la curiosidad del mundo.

jueves, 14 de febrero de 2019

Mi Soledad y Yo

Me gusta la soledad. Me refiero a ella en el sentido más amplio posible.

Puedo estar en compañía de gente que quiero, respeto y admiro muchísimo, pero siempre buscaré mi espacio a solas. Sin distracciones. El silencio, la calma, la reflexión, todo lo necesito para estar tranquila con mis decisiones. En momentos de tensión o tristeza, también recurro a ese lugar seguro. Un refugio de la opinión ajena.

Cuando debo pensar con claridad, caminar en solitario es mi mejor alternativa. Lejos de bromas, pueden llegar a ser kilómetros recorridos para obtener las respuestas que necesito para solucionar algún conflicto, ya sea interno o con alguien más.

No le temo a estar sola.  Disfruto cada minuto que tengo para mí. Mis tiempos los mido según lo que quiero y necesito, sin pausas ni prisas. He descubierto talentos y habilidades que creí imposibles. La soledad me ha permitido volver a creer en mí. Me ha fortalecido de maneras que me cuesta aún describir. Me ha dado amor del bueno, amor propio.

Por otro lado, no podría estar junto a alguien solo por buscar compañía. No me gusta la idea de que alguien pudiera invadir mi soledad sin ser un aporte real a mi vida. No quiero cubrir el miedo a estar solo de un tercero. No puedo volver a permitirlo.

Mi soledad es sagrada.

lunes, 7 de enero de 2019

Ellos

Siete de la tarde. Un poco cansados después de su horario de trabajo, se reúnen en un café discreto en el centro de Santiago. Se saludan en forma cordial y buscan una mesa retirada para conversar. Ella viste muy casual, de jeans azules, polera roja y zapatillas. Él luce un traje dos piezas, acorde a la formalidad de su trabajo.

 - Es curioso verte fuera de nuestro circuito habitual - comienza él - siempre quise saber como te veías de civil, sin los artificios de encuentros previos.

Mientras él conversa temas al azar, ella juega con su pelo castaño: lo ata con un lápiz, lo deja caer sobre sus hombros y de nuevo a jugar. Sus ojos verdes brillan, llenos de curiosidad. Se siente inquieta, no puede esperar y le interrumpe:

- Vamos al grano ¿Por qué estamos acá? Desde que recibí tu mensaje no he podido descubrir qué quieres conversar conmigo.

Se ven los nervios de él en su cuerpo. Sus manos sudan y una de sus piernas se mueve en forma repetitiva pero intenta disimular. Luego de unos segundos, trata de dar a conocer lo que pasa por su cabeza.

- Tenemos una química que no podemos negar. Cada vez que nos juntamos, nuestros cuerpos hablan más que muchas palabras. Es una delicia poder estar contigo y me encantaría poder llevar esto a un nuevo nivel... - Los ojos de ella se entrecierran y con un gesto detiene su intervención - Escucha, no sé en qué momento se te ocurrió esto pero detente.

Guarda silencio por un momento y habla, manteniendo su vista en la taza de capuchino que tiene en frente - Es cierto que te debo mucho pues por ti he vuelto a descubrir aquella sensualidad que estuvo dormida en mí por un largo tiempo, pero creo que lo que me pides no basta para mí. Para tener una relación más allá de encuentros casuales, se necesita mucho más que química en la cama y ambos no lo tenemos.

Observo la escena, él se ve decepcionado. Su cuerpo ha logrado curvarse como tratando de ocultarse. Ella gesticula, sin alzar la vista; luego toma una servilleta y escribe algo y se pone de pie. Se despide con un gesto cordial y noto que viene hacia mí. Deja la servilleta en mi mesa, me guiña un ojo y se va.

"Eres preciosa. Agrégame a Whatsapp..." Siento que él me odia.