miércoles, 30 de diciembre de 2020

Amores cachorros

Recuerdo perfectamente el día que las conocí. 


Fue el año pasado, el día que comenzaban las vacaciones de invierno. Fui a tomar unas cervezas a Bellavista y pasé al baño del local. Mientras me lavaba las manos, se me acercó una de ellas. Me habló con mucho entusiasmo de que había encontrado el amor en su mejor amiga. Me dijo lo difícil que había sido para ambas conversar con sus familiares acerca de su relación pero se sentía feliz y su alegría era realmente contagiosa. Luego vi a su compañera y pude notar como se miraban, la sonrisa cómplice, la dulzura del trato mutuo.


Hoy, en el supermercado, mientras buscaba agua mineral con sabor, ellas se me acercan y me saludan (una locura que pudieran recordarme con la mascarilla puesta). Mientras conversábamos, sentí que lo que observé cuando las conocí no había cambiado. Ese amor cachorro, cargado a la complicidad, a la ternura y a la inocencia. Qué lindo saber que todavía existe gente con esa capacidad de amar. 

jueves, 10 de diciembre de 2020

El Parque

Ella caminaba distraída, al atardecer, pensando en mil cosas que cruzaban por su cabeza. Al llegar a un parque, en la sección de maquinas de ejercicios, lo vió y de inmediato lo reconoció: alto, bronceado, cabello revuelto, ojos pequeños y manos grandes. 

Como hacía calor, él llevaba shorts y se había quitado la polera, mostrando su torso trabajado. También la reconoce y con una sonrisa en su rostro, se acerca a saludarla. Sin importar el sudor del deportista, ella lo abraza y su cabeza imagina ese cuerpo transpirado dándole placer. La conversación casual la saca de sus pensamientos y trata de concentrarse en eso; pero ese hombre, objeto de sus deseos, se veía demasiado tentador como para concentrarse.

Después de varios minutos, él puede notar sus nervios y le pregunta si se siente bien. Ella responde afirmativamente, recriminándose por no poder disimular. La toma por los brazos, tratando de reconfortarla y ella, en un impulso, lo besa. Al principio, él la rechaza y ella se disculpa por el acto. De pronto, la observa. No había notado el grosor de sus labios, el rubor de sus mejillas. Se da cuenta de las formas de su cuerpo y como se volvía deseable ante sus ojos. Él devuelve el beso, apasionado, intenso. 

Ya en la oscuridad del parque buscan un lugar donde saciar su excitación. Sus manos grandes buscan sus pechos bajo la ropa mientras sus labios besan su cuello. Un gemido escapa de su garganta, aumentando la calentura de ambos. Sigue acariciando su piel suave, en contraste con el sudor de su cuerpo. Sus dedos encuentran la humedad entre sus piernas y juegan a darle placer. Puede ver que ella acaba y la penetra, al principio suavemente para continuar en forma salvaje. No importa si les escuchan o si los ven, su placer es más grande que el momento.