miércoles, 30 de noviembre de 2022

Medianoche

Mientras estoy en el sofá, miro como te acercas a la ventana. La luna ilumina tu cuerpo desnudo que muestras sin pudor alguno. Conversamos cosas sin mucho sentido, después del exquisito placer que compartimos hace un rato. El aire que nos rodea es una mezcla de sudor y café, que se vuelve muy seductor.

Pienso en la fortuna de tenerte conmigo, en cómo me gustaría gritarle al mundo de tus ojos que sonríen al verme; de esos besos que me hacer perder la razón y que entre tus brazos no existe el tiempo. De inmediato, me obligo a volver a la realidad. Esta conversación post sexo y estos pensamientos no deberían existir; así que comienzo a pedir algún transporte para volver a casa. Me miras de reojo y siento que tengo que salir pronto de acá.

Busco mi ropa, entro y salgo del baño, reviso el teléfono y sigues mis acciones sin moverte de la ventana. Rompes el silencio preguntando por qué la prisa y solo digo "tengo cosas que hacer". Miras la hora, te acercas. No entiendes qué es lo importante que debo hacer a la medianoche, que me hace querer salir del lugar.

"¿Estoy huyendo?". Se cruza ese pensamiento por mi cabeza y me deja sin habla. Mientras quedo absorta, no me doy cuenta que estás a mi lado. Entonces preguntas si quiero comer o qué música prefiero escuchar, a la vez que quitas de mis manos mis cosas. Tu voz suena calma, tus ojos brillan y una sonrisa se asoma. Al no obtener respuesta de mi parte tomas mi cara con ambas manos y mirando fijamente me pides que me quede contigo. Sin pensarlo, respondí que sí y me besaste con dulzura. 

Ya sé que no quiero irme. Al menos, por esta medianoche.