Pienso en la fortuna de tenerte conmigo, en cómo me gustaría gritarle al mundo de tus ojos que sonríen al verme; de esos besos que me hacer perder la razón y que entre tus brazos no existe el tiempo. De inmediato, me obligo a volver a la realidad. Esta conversación post sexo y estos pensamientos no deberían existir; así que comienzo a pedir algún transporte para volver a casa. Me miras de reojo y siento que tengo que salir pronto de acá.
Busco mi ropa, entro y salgo del baño, reviso el teléfono y sigues mis acciones sin moverte de la ventana. Rompes el silencio preguntando por qué la prisa y solo digo "tengo cosas que hacer". Miras la hora, te acercas. No entiendes qué es lo importante que debo hacer a la medianoche, que me hace querer salir del lugar.
"¿Estoy huyendo?". Se cruza ese pensamiento por mi cabeza y me deja sin habla. Mientras quedo absorta, no me doy cuenta que estás a mi lado. Entonces preguntas si quiero comer o qué música prefiero escuchar, a la vez que quitas de mis manos mis cosas. Tu voz suena calma, tus ojos brillan y una sonrisa se asoma. Al no obtener respuesta de mi parte tomas mi cara con ambas manos y mirando fijamente me pides que me quede contigo. Sin pensarlo, respondí que sí y me besaste con dulzura.
Ya sé que no quiero irme. Al menos, por esta medianoche.
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