domingo, 19 de junio de 2022

Miedo

El miedo me ha hecho tomar malas decisiones, huir de gente buena y aislarme del mundo.

A través del miedo he dejado de hacer cosas que disfrutaba y que me hacían feliz. Por miedo no me atrevo a hacer cosas que me encantaría intentar. No he postulado a muchos trabajos por miedo a no tener las competencias necesarias para ser buena en dicho trabajo. He escondido tanto lo que siento, por miedo, que ya poca gente se esfuerza por permanecer a mi lado. 

Tratar de romper ese patrón ha sido mi última gran batalla. Y es una importante, porque el miedo me deja en una zona de seguridad que me tiene marcando el paso con una vida que, de no ser por detalles bacanes, es una verdadera mierda. Lo peor es que es así porque de esa forma lo he decidido (fuerte verlo escrito, fuerte reconocerlo).

¿Cómo se enfrenta el miedo? ¿Cuándo aparece el valor necesario para actuar, antes de que la vida se me vaya y solo me quede lamentar lo que no hice?

miércoles, 8 de junio de 2022

Andrés

 - Me gustas, pero seamos amigos.

- Me gustas, pero no estoy lista para algo serio.

- Me gustas, pero a mi pareja/esposo lo amo y no lo dejaré.

- Me gustas, pero no eres suficiente.

Andrés ya estaba cansado de intentar tener una relación amorosa. Siempre que conocía a una mujer, al comienzo todo va de forma ideal: hay romance, el sexo es intenso y hay proyección en el tiempo. De pronto, cada una de ellas a su tiempo, le daban las excusas antes mencionadas. En otras ocasiones, simplemente desaparecen de su vida, sin más explicaciones.

Decepcionado de su vida amorosa, que frente a sus amigos y cercanos llamaba "un fracaso", decide que ya no habrá más intentos. El lobo estepario, nihilista y amargo, aflora en Andrés sin mucho esfuerzo. Frente a todo comentario el sarcasmo está en la punta de la lengua y se había vuelto insolente hasta con sus amigos más cercanos. Al principio, le tenían paciencia por pensar que su comportamiento era parte de su "duelo", debido al término de su último intento. Con el tiempo, Andrés poco a poco se vio alejado de sus pasatiempos, sus amigos casi no lo invitaban a salir y su rutina consistía en trabajar, comprar alcohol en la botillería que le quedaba de paso, y beber hasta perder la conciencia, frente al balcón de su comedor.

Siempre se preguntaba si alguna vez su situación iba a mejorar, mientras mezclaba pastillas de estrella verde en su empaque con su destilado favorito. Mal que mal, todos lo habían dejado solo y con eso solo reafirmaban lo que siempre había pensado de sí mismo: no era lo suficientemente bueno para ser el amigo, pareja o amante que siempre había querido ser.

De a poco se apaga, pierde la fe en sí mismo y busca desaparecer, tanto física como emocionalmente. Una tira de 10 pastillas y una botella de whisky son lo que necesita y eso es lo que lo termina por destruir.