jueves, 12 de marzo de 2020

Agosto

En agosto, dos corazones comenzaron a latir al mismo compás, de la forma más natural y hermosa posible. Casi en agosto, aquellos corazones dejaron de transitar en el mismo camino.

En agosto, una borrachera dio lugar a varias historias divertidas y reforzó una amistad de larga data.

En agosto, un alma vulnerable fue abandonada en Parque Forestal. En un grito desesperado volvió real la agonía y conoció el desprecio de quién creyó su refugio en las tormentas.

En agosto, cuerpos danzantes se unieron en un carnaval inolvidable.

En agosto, conocí la esperanza, la alegría y la desolación. Me recordó lo dulce y agraz de ser mortal. Algo debe tener el final del invierno para que tanta humanidad ocurra de golpe.

En agosto, ya no llueve como antes. Lo extraño.

domingo, 8 de marzo de 2020

Tensión

No sé por qué me acordé de él.

Éramos muy chicos, teníamos 19 o 20 años y, a la vista de todos, nos odiábamos. Era una constante provocación al otro: si estábamos en grupo y yo hacía un comentario, él tenía que opinar tirando mala onda,  por lo que mi reacción automática era un vulgar "y a ti, ¿Quién te metió ficha?" Y nos gritábamos la vida. Otras veces, él se las daba de líder, indicándole al grupo lo que tenía que hacer y saltaba a desautorizarlo, arrastrando conmigo a muchas personas que no lo apoyaban.

Eso, a la vista de todos.

Porque cuando estábamos solos, la ropa era un estorbo y los besos húmedos eran la norma de nuestros encuentros secretos. El sexo era increíble siempre y cuando no habláramos más que lo que nos convocaba. Podíamos estar horas tirando sin descansar.  Era más fuerte que nuestra voluntad, una completa locura. Así, estuvimos varios meses hasta que se fue de Santiago y no supe más de él.

De ese tiempo no hubo rumores sobre nosotros. Imagino que nadie nunca se enteró.