lunes, 24 de septiembre de 2018

Dejar Partir

Sé cuanto cuesta dejar partir a un ser amado, sobre todo cuando ves que hay dolor y sufrimiento a causa de una enfermedad. Sin embargo, la vida nos puede enseñar a dejar de pensar en uno mismo y soltar.

Cuando nos enteramos que mi papá se le había diagnosticado cáncer pulmonar, fue sin duda un remezón enorme para todos. Desde su diagnóstico hasta su muerte no alcanzaron a pasar dos meses y en ese tiempo recuerdo verlo tranquilo, en paz, siempre ayudando a quien lo necesitara, hasta su último aliento. Hace pocos días conversábamos de esto con mi mamá y ella me contó acerca de un viaje que realizaron ella y mi papá al Santuario de Los Andes. Ambos rezan. Luego, conversando, se dan cuenta que pidieron lo mismo: mi papá estaba listo para morir y solo pedía no sufrir una larga agonía; ella, al escucharlo, siente alivio.

Esta reflexión me llega a propósito de una serie de peticiones de cadenas de oración que he visto en los días recientes por diferentes medios y plataformas. ¿Cual es el fin de esta acción? ¿Qué queremos obtener, un alivio temporal (pero doloroso y sufrido) o se pide por el fin del padecimiento que aquella persona que amamos? En lo personal y lo planteo así debido a mi experiencia, prefiero mil veces evitar extender el dolor de aquel que sufre que mantener con vida a quien no quiere sufrir más. Suena frío pero necesario.

Muchas veces nos refugiamos en como nosotros nos sentimos frente a la posible muerte de un ser querido pero olvidamos el sentir del otro y, sin querer, podemos volvernos egoístas. Y para mí, nos vuelve peores personas.

"La muerte una parte natural de la vida es. Regocíjate por los que te rodean que en La Fuerza se transforman. Llorarlos no debes. Añorarlos tampoco. El apego a los celos conduce. La negra sombra de la codicia es" - Maestro Yoda.

martes, 11 de septiembre de 2018

A mí, de siete años de edad.


Tú y yo tenemos muchas cosas en común: el amor a los libros, a la música, las caminatas  por la ciudad, entre otros detalles. Seguimos siendo la persona que observa en silencio el movimiento de los demás, la que fantasea con mundos fuera de la realidad y los deja escritos en papel. Claro que aun nos cuesta compartir lo que sentimos con las personas que tenemos por afectos y eso nos ha costado momentos de felicidad.

Tal vez no te he dado la vida que a tu edad soñaste y pido perdón por eso, mis errores han sido mayores a mis triunfos o aciertos. Sin embargo, hemos tenido mucha suerte con la gente que nos marca en forma positiva el corazón. A pesar de nuestro carácter arisco, siempre hemos recibido muestras diarias de cariño y amor, incluso nos hemos llevado increíbles sorpresas al respecto.

Mas no todo está perdido. Todavía podemos dar la pelea y cumplir muchos de tus anhelos. Nadie nos dijo que sería sencillo; habrá que sacrificar alguno de nuestros sueños para darle vida a otros. Sé que duele, mi niña, pero creo que es lo mejor para cumplirte. Valdrá la pena pues somos tercas y a porfiadas no nos ha ganado nadie.

Esto es una promesa, casi nunca las hago. Por ti, haré una excepción.

Con inmenso amor.

Yo, de 34 años.

martes, 4 de septiembre de 2018

El Cuaderno Amarillo

Entre todas las cosas que tenía guardadas, Andrés encuentra un cuaderno que en algún momento dio por desechado. Al abrirlo, se encuentra con fotos, cartas y recuerdos que ya le son indiferentes pero no entiende por qué vuelven a él. Lee cada página y solo piensa en cómo pudo ser tan iluso, tan ingenuo e infantil.

Se pregunta que será de ella, si es feliz, si ha logrado los sueños postergados por un imposible. Recuerda también que ella nunca lo dejó caer en los momentos más difíciles de su vida, pero así y todo para él no fue suficiente. Piensa en hacerle llegar ese cuaderno de tapas amarillas mas teme su reacción: con una mujer despechada nunca se sabe, se dijo a modo de consejo.

Entonces hace lo que cree más sensato. Toma unas tijeras y rompe el cuaderno, tratando de no dejar algún rastro de ese pasado que creyó en el olvido. Al botar a la basura los restos, sentía como su pecho comenzaba a sentirse apretado y un nudo en su garganta le dificultaba respirar.

¿En verdad todo aquello ya no le afectaba?