domingo, 6 de febrero de 2022

Ni Tan Sola

 Solía jactarme de que siempre me las arreglé para resolver mis problemas sin "molestar" a nadie. Me sentía lo suficientemente autónoma e independiente para enfrentar mis dolores sin afectar a quienes quiero (siempre estuvo mi inseguridad detrás de esta supuesta autonomía). Sin embargo, en los últimos años he visto como esas decisiones y esa actitud no hacían más que perjudicar mi bienestar. Así que empecé a hablar. Claro que no fue siempre algo bien recibido.

 Lo primero fue dejar un poco de lado la respuesta automática al "¿Cómo estás?". Me daba lo mismo si a alguien le importaba o no saber más y muchas veces recibí malas caras e indiferencia, pero para mí poder decir que no estaba o no me sentía bien fue un logro gigante. Con el tiempo, conocí gente que estaba dispuesta a escucharme y desde ahí siento que he avanzado un montón. También me di cuenta que somos muchos quienes tenemos esta necesidad de expresarnos, desde este lado no tan bonito que solemos tener las personas, lo que me ha permitido desarrollar la empatía y las ganas de acompañar a quien esté pasando por algo parecido. Duele la soledad en la depresión y no me gustaría que alguien se sienta así alguna vez.

 Ahora que he retomado la terapia psicológica, he sido muy abierta en conversar acerca del tema (sin detalles pero si alguien pregunta por más información, la entrego conociendo ciertos límites) y me doy cuenta que hay quienes genuinamente han mostrado interés por saber de mis avances y lo agradezco un montón. A la vez, sé y entiendo a quienes no sepan lidiar con esto. Gente que sentía muy cercana a mí se ha mantenido alejada y está bien: es una mochila que no todos están dispuestos a cargar y supongo que se podrá conversar y resolver de buena forma.

 No todo es miel sobre hojuelas porque hasta el día de hoy he guardado cosas que me han dolido por mi temor a ser una molestia o encontrarme con respuestas negativas (siempre hay pero no siempre estoy preparada para recibirlas) y es una constante cada vez que no me siento bien. Lo más importante es saber que ya no estoy tan sola en esto, aunque mi cabeza quiera convencerme de lo contrario.