domingo, 25 de diciembre de 2022
Suerte
miércoles, 30 de noviembre de 2022
Medianoche
martes, 2 de agosto de 2022
Mi Inmadurez
Hace un tiempo estuve vaticinando la razón de mi soltería y solía decir que podía atraer a dos tipos de personas: a quien tuviera el mismo nivel de desastre mental que yo y era cosa de tiempo para desatar el caos. O, atraer a alguien sano, cuya autoestima fuese lo suficientemente estable como para verme y saber que conmigo no es. Y me pasó lo último.
Conocí a esta persona a quién admiro y respeto mucho. Me ofreció todo lo que alguna vez creí esperar de una relación amorosa como la madurez, el respeto, la comunicación, estabilidad emocional, entre varias cosas más. Al principio, yo no podía más de alegría. Sentía que había encontrado alguien con quien compartir mi vida y dejar de dar bote con gente que no tenía claro lo que quería (es mayor que yo y creo que es un factor importante). Con el tiempo, empecé a notar que no me sentía cómoda del todo. Sentía que todo lo que estaba viviendo era más de lo que merecía. A la vez, sentí que no estaba a la altura de esta persona (inseguridad al ataque) y de a poco comencé a sabotear lo bueno que me estaba pasando, mostrándole lo peor de mí. Me estaba comportando como aquellos que estuvieron antes conmigo, con alguien que no lo merecía.
No sé si alguna vez supo del sabotaje que yo misma provocaba. Solo sé que llegó a un punto en que notó mi inseguridad; trató de ayudarme con eso pero la paciencia no es eterna y un buen día dejó de buscarme, en parte porque no fui capaz de expresarle todo esto que me estaba pasando. Creo que eso me habla muy bien de su amor propio, lo que me hace admirar y respetar aún más quien es.
Ahora que volví a terapia, y con la perspectiva que me da el tiempo, sé cuánto desperdicié algo bonito e importante. Estoy trabajando para no repetir esto con nadie. Mi inseguridad me ha estado afectando, de muchas formas y esta fue una de las más importantes. Ya no quiero más.
Dudo mucho que lea esto alguna vez, pero dejaré por escrito "Agradezco que me hayas dejado entrar en tu vida, aunque fuese poquito tiempo. Te veo de lejos y solo puedo desear que lleguen cosas buenas a ti. Te mereces lo mejor, todo lo bueno del mundo. Un abrazo"
miércoles, 27 de julio de 2022
Maternidad
Mi relación con la maternidad (sin ejercerla) es de dulce y agraz, de larga data... de sentimientos encontrados, por qué no decirlo.
Siendo muy niña, me di cuenta de que no todas las mujeres sirven para ser madres y es triste notarlo. Ya en la adolescencia, la amenaza de ser echada de la casa si quedaba embarazada (lo que me ha hecho pensar que ser madre es malo pues esa amenaza no corrió para mis hermanos) v/s mis primeras visiones fantasiosas de ser madre empezaban a chocar. Sí, tenía 15 años aproximadamente y me veía de madre, en una casa enorme, hartos niños (biológicos y adoptados) y animales. Y me veía soltera. Me sentía capaz de todo eso sin la ayuda de un compañero.
Al comenzar mi vida adulta (en conjunto con mi vida sexual), seguían mis ganas de ser madre pero me sentía muy joven para serlo. Pensaba que debía cumplir con ciertos parámetros y cumplir determinadas metas para lograr ese objetivo, que básicamente eran tener una casa, tener educación superior y un trabajo que facilitara la mantención de la descendencia entre otros. Así que decidí tomar anticonceptivos y postergar la maternidad hasta que se dieran las condiciones necesarias (hasta hoy, me parece una decisión muy sensata). Durante ese tiempo, estuve en una relación amorosa larga y difícil, pero nos entusiasmaba la idea de hacer familia de la forma tradicional. Sin embargo, las ganas de ser padres no fueron suficiente para sostener dicha relación.
Con el tiempo, ya estando soltera y sin tener nuevamente una relación formal, he pensado un montón en el tema y siento que no podría ser madre. Más allá de no tener las condiciones vitales para velar por el bienestar de un hijo, siento que no tengo mucho que ofrecerle. Mi salud mental entra en eso pues gran parte de mi vida la he pasado con depresión y sufriendo de crisis (ansiedad, pánico y angustia) y en una relación intermitente con sicólogos y siquiatras y me parece injusto (por lo bajo) hacer sufrir a un hijo con una madre así. Por otro lado, me es imposible imaginar la pega de criar a un hijo sola, admirando siempre a quienes si lo hacen y también me cuesta verme en pareja, lo que da para otro post.
¡Ah! y lo que siempre se cuestiona al momento de decir "no quiero tener hijos" es "¿Acaso no te gustan los niños?". A mí me encantan los niños. Estudié pedagogía y ejercí por mucho tiempo. Disfruté cada minuto que estuve en aula y no hay día que no tenga ganas de volver. Pero decidí cuidar mi cabeza del denso momento que vive la educación hoy por hoy. Y también me llevo muy bien con mis sobrinos. Son muy divertidos y me atrevería a decir que soy la tía favorita.
Cada quien es libre de traer más gente al mundo y hacerse cargo de esa decisión es super importante. Hay que tomarlo en serio
domingo, 19 de junio de 2022
Miedo
miércoles, 8 de junio de 2022
Andrés
- Me gustas, pero seamos amigos.
- Me gustas, pero no estoy lista para algo serio.
- Me gustas, pero a mi pareja/esposo lo amo y no lo dejaré.
- Me gustas, pero no eres suficiente.
Andrés ya estaba cansado de intentar tener una relación amorosa. Siempre que conocía a una mujer, al comienzo todo va de forma ideal: hay romance, el sexo es intenso y hay proyección en el tiempo. De pronto, cada una de ellas a su tiempo, le daban las excusas antes mencionadas. En otras ocasiones, simplemente desaparecen de su vida, sin más explicaciones.
Decepcionado de su vida amorosa, que frente a sus amigos y cercanos llamaba "un fracaso", decide que ya no habrá más intentos. El lobo estepario, nihilista y amargo, aflora en Andrés sin mucho esfuerzo. Frente a todo comentario el sarcasmo está en la punta de la lengua y se había vuelto insolente hasta con sus amigos más cercanos. Al principio, le tenían paciencia por pensar que su comportamiento era parte de su "duelo", debido al término de su último intento. Con el tiempo, Andrés poco a poco se vio alejado de sus pasatiempos, sus amigos casi no lo invitaban a salir y su rutina consistía en trabajar, comprar alcohol en la botillería que le quedaba de paso, y beber hasta perder la conciencia, frente al balcón de su comedor.
Siempre se preguntaba si alguna vez su situación iba a mejorar, mientras mezclaba pastillas de estrella verde en su empaque con su destilado favorito. Mal que mal, todos lo habían dejado solo y con eso solo reafirmaban lo que siempre había pensado de sí mismo: no era lo suficientemente bueno para ser el amigo, pareja o amante que siempre había querido ser.
De a poco se apaga, pierde la fe en sí mismo y busca desaparecer, tanto física como emocionalmente. Una tira de 10 pastillas y una botella de whisky son lo que necesita y eso es lo que lo termina por destruir.
lunes, 30 de mayo de 2022
Rabia
Desde que tengo recuerdo, me consideraba una persona con capacidad de perdón y que podía seguir con mi vida dejando atrás el dolor sin más. Eso, hasta que conocí la rabia. Sentirla no es grato. Independiente de las circunstancias que originen dicho sentir, pareciera que no hay solución que le pueda dar termino.
Aún no estoy lista para hablar acerca de lo que me lleva a sentir esta rabia. Solo puedo expresar esto de forma escrita e incompleta. A esta rabia le acompaña una sensación de injusticia, de herida abierta, que no deja de doler.
Hay días en que la rabia me ciega, me vuelve agresiva, violenta, soez e irrespetuosa. Otras veces, me derrota y me encierra en mis pensamientos, aislándome del mundo. Trato de disimular, de no mostrar este sentimiento negativo, mal mirado y es necesario el disimulo porque si la rabia se descontrola puedo herir a quién no tiene arte ni parte.
Me duele la rabia. Me hace mal, me pone triste y ya estoy cansada de la tristeza. Sin embargo, no sé sacarlo de mi sistema. No sé canalizar todo esto. Siento temor por lo que pueda pasar si sigo llevando la rabia sobre los hombros.
lunes, 23 de mayo de 2022
De Frente
miércoles, 27 de abril de 2022
Bandera Roja
Por mucho, mucho tiempo, dije que atraía a cierto tipo de hombre: sacoweas. Aquel que solo ve por satisfacer sus necesidades y aumentar su ego, sin importar lo que yo podía o no sentir. Recientemente, he notado que ya no es tan así y se han acercado buenos hombres, que al menos conocen y aplican la responsabilidad afectiva, lo que se agradece.
Pero, ¿Qué pasaría si soy yo la sacowea?
Lo más probable es que todo este tiempo he sido yo la del problema. Años de inseguridad, desconfianza, depresión, una cuota de inmadurez, todo eso va sumando. Y no los culpo por querer salir arrancando de una mujer tan problemática, soy consciente de que soy todo lo descrito anteriormente. Igual, debo darles un mérito a medias, porque vieron las banderas rojas pero nadie dijo nada para poder hacer algo al respecto.
Reconocer todo esto es un paso importante y bastante difícil de admitir, pues implica dejar el ego de lado y eso es una zona de confort muy complaciente. Ahora, lo que se viene es tan o más importante que reconocer aquello negativo que soy que es trabajar en mejorar todo eso, pues no me gusta ser/sentirme así. ¿Cómo saber si tengo las herramientas para enfrentar un cambio así? ¿Puedo sola con esto o debo recurrir a alguien? ¿A quién le pido ayuda?
El proceso tomará tiempo. Mucho. También implica dejar de intentar involucrarme románticamente por un buen tiempo (honestamente, nadie tendría la paciencia para ser parte de algo así) y es lo más sensato que he hecho en un montón de tiempo.
jueves, 21 de abril de 2022
Lee mi Cabeza
Lucas pensaba que su relación con Isabel no tenía futuro.
Él siempre fue un hombre inseguro pero que aprendió a expresar lo que sentía en forma tranquila, respetuosa y cuidadosa. Asertividad, le dicen. Isabel, dentro de su carácter coqueto, era insinuante en sus peticiones y esperaba que su "andante - peor es ná - casi pololo" supiera siempre lo que ella quería o deseaba. Ahí, comenzaban los problemas y el último fue la gota que derramó el vaso.
- ¡Si lo tengo que pedir, entonces no lo quiero!
- ¿Pero cómo quieres que sepa qué quieres para tu cumpleaños, si no me lo has dicho?
- Tienes que estar atento a mis necesidades. No sé qué tan terrible puede ser eso.
- ¿Acaso crees que soy adivino? Llevo semanas preguntando qué quieres para ese día y siempre es la misma respuesta.
- ¿Es que no me quieres? Si lo hicieras, sabrías qué hacer.
- No se trata de eso y lo sabes. Todo esto se puede evitar si me dices lo que quieres ¡Pero no! Tienes que salirte con la tuya y transformar algo simple en un drama.
- ¿Drama? ¡Ahora soy dramática!
- ¡Isabel! - Lucas trata de controlar su voz, al notar que esta se alzaba - sabes que te quiero y que hago lo que esté a mi alcance para que está relación funcione, pero no doy más - baja la cabeza antes de continuar - somos adultos y se supone que los adultos conversan sus diferencias, buscando soluciones. Sin embargo, siento que hablo con una niña que quiere jugar a las adivinanzas y no sé leer los pensamientos de nadie, menos los tuyos. Lo siento, pero hasta aquí llegué.
Isabel, con los ojos llenos de lágrimas y con muchas preguntas en su cabeza, mira como Lucas deja su casa y esta relación que a ninguno hacía feliz.
jueves, 3 de marzo de 2022
Sombra
Debí abrazarte fuerte. Debí aferrarme a tu espalda por más tiempo.
Debí observar tus ojos con mayor detalle aquel día. El color, tus cejas y pestañas. Su brillo al mirarme en ellos.
Debí besarte con mayor intensidad, disfrutar de la forma de tus labios y cómo ellos devoraban los míos.
Debí acariciar tu piel aún más. Cada centímetro, cada poro. Sentir el calor, el sudor, tu aroma.
Debí disfrutar de tus gemidos en mi oído, cómo surgían desde lo profundo de tu voz. Tu respiración agitada, llena de placer.
Debí pedirte que te quedaras. Ahora solo eres una sombra entre mis sueños perdidos.
domingo, 6 de febrero de 2022
Ni Tan Sola
Solía jactarme de que siempre me las arreglé para resolver mis problemas sin "molestar" a nadie. Me sentía lo suficientemente autónoma e independiente para enfrentar mis dolores sin afectar a quienes quiero (siempre estuvo mi inseguridad detrás de esta supuesta autonomía). Sin embargo, en los últimos años he visto como esas decisiones y esa actitud no hacían más que perjudicar mi bienestar. Así que empecé a hablar. Claro que no fue siempre algo bien recibido.
Lo primero fue dejar un poco de lado la respuesta automática al "¿Cómo estás?". Me daba lo mismo si a alguien le importaba o no saber más y muchas veces recibí malas caras e indiferencia, pero para mí poder decir que no estaba o no me sentía bien fue un logro gigante. Con el tiempo, conocí gente que estaba dispuesta a escucharme y desde ahí siento que he avanzado un montón. También me di cuenta que somos muchos quienes tenemos esta necesidad de expresarnos, desde este lado no tan bonito que solemos tener las personas, lo que me ha permitido desarrollar la empatía y las ganas de acompañar a quien esté pasando por algo parecido. Duele la soledad en la depresión y no me gustaría que alguien se sienta así alguna vez.
Ahora que he retomado la terapia psicológica, he sido muy abierta en conversar acerca del tema (sin detalles pero si alguien pregunta por más información, la entrego conociendo ciertos límites) y me doy cuenta que hay quienes genuinamente han mostrado interés por saber de mis avances y lo agradezco un montón. A la vez, sé y entiendo a quienes no sepan lidiar con esto. Gente que sentía muy cercana a mí se ha mantenido alejada y está bien: es una mochila que no todos están dispuestos a cargar y supongo que se podrá conversar y resolver de buena forma.
No todo es miel sobre hojuelas porque hasta el día de hoy he guardado cosas que me han dolido por mi temor a ser una molestia o encontrarme con respuestas negativas (siempre hay pero no siempre estoy preparada para recibirlas) y es una constante cada vez que no me siento bien. Lo más importante es saber que ya no estoy tan sola en esto, aunque mi cabeza quiera convencerme de lo contrario.