Sé cuanto cuesta dejar partir a un ser amado, sobre todo cuando ves que hay dolor y sufrimiento a causa de una enfermedad. Sin embargo, la vida nos puede enseñar a dejar de pensar en uno mismo y soltar.
Cuando nos enteramos que mi papá se le había diagnosticado cáncer pulmonar, fue sin duda un remezón enorme para todos. Desde su diagnóstico hasta su muerte no alcanzaron a pasar dos meses y en ese tiempo recuerdo verlo tranquilo, en paz, siempre ayudando a quien lo necesitara, hasta su último aliento. Hace pocos días conversábamos de esto con mi mamá y ella me contó acerca de un viaje que realizaron ella y mi papá al Santuario de Los Andes. Ambos rezan. Luego, conversando, se dan cuenta que pidieron lo mismo: mi papá estaba listo para morir y solo pedía no sufrir una larga agonía; ella, al escucharlo, siente alivio.
Esta reflexión me llega a propósito de una serie de peticiones de cadenas de oración que he visto en los días recientes por diferentes medios y plataformas. ¿Cual es el fin de esta acción? ¿Qué queremos obtener, un alivio temporal (pero doloroso y sufrido) o se pide por el fin del padecimiento que aquella persona que amamos? En lo personal y lo planteo así debido a mi experiencia, prefiero mil veces evitar extender el dolor de aquel que sufre que mantener con vida a quien no quiere sufrir más. Suena frío pero necesario.
Muchas veces nos refugiamos en como nosotros nos sentimos frente a la posible muerte de un ser querido pero olvidamos el sentir del otro y, sin querer, podemos volvernos egoístas. Y para mí, nos vuelve peores personas.
"La muerte una parte natural de la vida es. Regocíjate por los que te rodean que en La Fuerza se transforman. Llorarlos no debes. Añorarlos tampoco. El apego a los celos conduce. La negra sombra de la codicia es" - Maestro Yoda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario